Adiós al verano.
Los días pasan y el verano se va con ellos, pronto él también tendrá que dejar atrás Benidorm.
Siente a su lado a Elena, con su bonito pelo castaño y sus hermosos ojos verdes.
La espera de un barco.
El pelo oscuro de una bella mujer se bambolea con la brisa mientras observa el mar revuelto desde el Balcón del Mediterráneo, los codos apoyados en la balaustrada. Viste una falda corta ajustada a su esbelta figura.
El mar se tiñe de un azul opaco cerca de la isla de Benidorm. Ls mujer sigue con la mirada el ferry que llega surcando el mar bravo en el lento ocaso de la tarde.
Un sexto sentido.
El conde gira la cabeza hacia atrás siguiendo el rumbo de una joven. Es entonces cuando la vuelve a ver, una mujer morena, de mediana edad, lleva unas gafas de sol, falda clara por encima de las rodillas y una blusa gris escotada. Nada destacable si no fuera porque hace unas rato la vio frente a la entrada del hotel esperando.
Lejos de Transilvania.
El conde se traslada a Inglaterra para seguir acumulando víctimas en su sanguinaria existencia. Duerme en diferentes cajones de madera rellenos con tierra de Transilvania, los cajones están escondidos en varios lugares de Inglaterra, también en Londres. Es capaz de dominar la voluntad de un lobo al igual que la mente de un loco ingresado en un manicomio para que trabajen a su favor.
Llévame contigo este verano.
Beben café los dos a la vez escuchando el canto alegre de un pájaro.
Una gata siamesa se acerca diligente y olisquea los dedos de Mihai hasta que éste la aúpa a sus rodillas. La gata se deja hacer, melosa. Mihai le acaricia la cabeza y el lustroso lomo, ella cierra los ojos, agradecida.
_Qué feo es ese gato!_ comenta Elena burlándose de Mihai. El rostro del rumano sonríe, gracioso, mientras acaricia el lomo oscuro.
Ladrones profesionales.
El hombre bastante alto, viste ropa deportiva de color oscuro y lleva una toalla de playa sobre el hombro. La mujer viste un chándal, también oscuro, y porta una mochila colgada a la espalda. Los dos llevan sendas mascarillas blancas de protección respiratoria, y la cabeza cubierta por gorras con visera.
Gatos nocturnos.
Algunas estrellas brillan inmóviles en el cielo oscuro del mar de Benidorm.
La oscuridad se cierne sobre los setos y la vegetación circundante impregnada del sosiego nocturno. Entre los setos relucen los ojos de un enorme gato de tono oscuro. Su cuerpo felino mantiene una quietud extrema, su pose agazapada delata una actitud de caza inminente.
“Esas manos de nudillos gruesos y arrugados que manejan las riendas de los caballos por los verdes campos de Moldova”
Un conde rumano, ladrón profesional de bancos y joyerías, acompañado por una misteriosa mujer. Numerosos robos en hoteles de lujo de una ciudad turística.
Tras los pasos del conde, la inspectora Isa Antimasveresadscrita a una unidad especial de Interpol. Una mujer bajo los efectos de una ruptura sentimental que no ha logrado superar.
Exento de la confrontación, Tomás Gonzalo, un profesor jubilado amante del Drácula de Bram Stoker que traba amistad con el conde rumano en el idílico paisaje de playas, hoteles y rascacielos de Benidorm.
Un duelo entre el bien y lo maléfico. La caza de un ladrón nocturno y escurridizo. Una trama internacional en busca de unos lingotes de oro. La lealtad a un amor perdido. Los últimos coletazos de un mundo analógico que se extingue con su ingenio, sus ritos y sus lealtades, ante una fiebre digital, fría, voluble y artificial.