Líneas de sangre.
_Parece que ese gatito que tienes en las rodillas te ha contagiado su indolencia.
_Es gata_responde el conde, matizando la apreciación. La joven alarga la mano hacia el lomo de la gata. El felino abre los ojos verdes, y justo cuando Julieta va a rozas su pelo amarronado lanza un zarpazo tan rápido como un relámpago.

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